viernes, 8 de julio de 2022

La CULTURA DEL ENCUENTRO, entre la cultura del conflicto y la cultura del acuerdo

 

El diálogo y el encuentro forman parte del ámbito de la metodología, para conseguir “sacar” de cada persona la “mejor versión”, potenciando, así, sus dones. Se basa principalmente en el concepto de que la convivencia social hay que cuidarla. Para ello tenemos que ser muy precavidos con la necesidad de la “escucha activa”, habilidad fundamental en mediación, que nos coloque a los mediados en el modo “nosotros”. Por eso lejos de ser un concepto que puso de moda el Papa Francisco cuando en su discurso ante el Cuerpo Diplomático que se estaba acreditando en la Santa Sede, en enero de 2020, dijo: "Es necesario que los políticos se esfuercen por restablecer una cultura del diálogo" en clara referencia a la necesidad del diálogo y el encuentro aunque cada uno tenga su derecho a ser asertivo.

Por eso lo que hemos llamado “cultura del encuentro”, significa el tránsito que se puede producir entre dos culturas: la del conflicto y la del acuerdo. Solo podremos conseguir un acuerdo, si hemos conseguido un encuentro. una nueva forma de actuar con relación a “los otros” en una situación conflictiva.

La “cultura del encuentro” supone el reto de salir de nuestra comodidad y renovar la posibilidad de entender al “otro” que puede tener su parte de razón, aunque yo no la comparta.

Es… pura mediación, ya que empieza por ver y asumir que las demás no solo tienen su parte de responsabilidad en el problema, sino que son parte de la solución y solo así podemos tender el “puente del diálogo constructivo”. No es sencillo de ver, pero, ambos, si quitamos nuestras posiciones e intereses personales, nos encontramos en el mismo lugar: la necesidad de gestionar el problema de la mejor forma posible, ahí está el lugar de encuentro.

Por lo tanto, permitirme afirmar, que si no hay fronteras, límites, a lo que creemos, seremos capaces de encontrarnos y gracias a ti mediador, puedo asumir dos actitudes: mirar lo que ocurre sin querer comprender y compadecerme de la dificultad de una solución, o de su búsqueda, o ir a por ella, reforzado, porque la otra parte validó, ante quien nos ayuda, la posibilidad del encuentro. 

No es cómodo, porque necesita de actitud, pero se trabajan conceptos tales como “subsidiariedad” y “solidaridad”, vividos de manera práctica, para que no sólo sean conceptos… ¡Esto es la cultura del encuentro!

Los mediadores necesitamos un verdadero “encuentro”, que nos permita debates, discutiendo con aquellos que no alcanzamos a ver, convencidos de lo que pensamos, pero abiertos a tener la sensibilidad de escuchar y solo gracias a ellos comprendemos la realidad, el problema y que propuestas hacer para resolverlo.

¡Nada fácil¡, y realmente mucho más difícil que debatir en los tribunales, con turnos de palabra y conclusiones a nuestras alegaciones… pero sin el poder de decisión a quienes de verdad están sufriendo el conflicto.

La “cultura del encuentro” no es una tarea fácil, mucho menos para los católicos encerrados en sus propias referencias, encerrados en sí mismos, viviendo de sus propios conceptos y no del mensaje original, que es el mensaje de Jesucristo escrito en los Evangelios.

Y termino tal y como empecé, con otra cita del Papa Francisco quien dijo en su discurso al que me referí al principio:


“Este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación. En el último año ciertamente se ha avanzado de modo particular; los pasos dados hacen crecer la esperanza, en la convicción de que la búsqueda de la paz es un trabajo siempre abierto, una tarea que no da tregua y que exige el compromiso de todos

Este trabajo nos pide no decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la CULTURA DEL ENCUENTRO, que exige colocar en el centro de toda acción política, social y económica, a la persona humana, su altisima dignidad, y el respeto por el bien común»

Aprendamos de la Cultura del Encuentro.

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